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De locura con goles, pleitos, reclamos y hasta una riña de ambos entrenadores

Redacción Daniel Lee



Al árbitro Fernando Hernández se le fue el partido de las manos y posiblemente no se le verá en un buen rato en Primera División. La intensidad en el empate del América y el León lo rebasó. Las emociones se calentaron por la incapacidad del silbante de imponer orden, incluso se atrevió a darle un rodillazo a Víctor Dávila cuando este y el resto de los Panzas Verdes lo rodearon para reclamar una mano en el primer gol americanista.


Las emociones se calentaron por la incapacidad del silbante de imponer orden, incluso se atrevió a darle un rodillazo a Víctor Dávila cuando éste y el resto de los Panzas Verdes lo rodearon para reclamar una mano en el primer gol americanista.


Increíble fue la manera en que La Fiera pasó a lo sublime cuando ganaba el partido con la anotación de José Alvarado. En cinco minutos de compensación, el América tiró el buen accionar defensivo, sobre todo de Israel Reyes, Jonathan Dos Santos y el guardameta Luis Ángel Malagón, quienes habían destacado en el sector bajo.


Al regreso de los vestuarios, el América abrió el pecho y empezó el intercambio de golpes en un partido que puso las pulsaciones en modo frenético.


Diego Valdés, en medio de una polémica arbitral por una supuesta mano en el área, se encargó de igualar los cartones con un disparo al segundo palo. Los jugadores leoneses querían comerse al silbante, que, exasperado por su impotencia, agredió a Lucas Romero con un rodillazo.


Antes de ser expulsado por enfrentarse con su colega Nicolás Larcamón, el técnico Fernando Ortiz hizo el movimiento clave para evitar la derrota, un triple cambio encabezado por Alejandro Zendejas, en lugar de Leo Suárez.

Zendejas no guardó su calidad al asistir a Henry Martín, quien voló glorioso de palomita para el 2-1 y así firmar una jornada más como líder de goleador del torneo a llegar a 12.


Había júbilo en las gradas, pero hostilidad en la zona técnica donde el Tano Ortiz llegó a las manos. Al final, entre jaloneos, Larcamón mostró su camiseta rota debajo del saco y retaba a Ortiz a los golpes camino al vestidor. Diría el técnico del América después, con paños fríos, “lo que pasa en el campo se queda ahí, pero cuando hay un insulto a mi mamá... no”.


El América se sentía ganador, sin embargo, fiel a sus vicios, las distracciones, encajaron el 2-2 al dejar a Joel Campbell en mano a mano con el desafortunado Malagón. Anoche, las rechiflas ya no fueron para los jugadores que midieron con emoción un parámetro. Esta vez, el repudio fue para el arbitraje.


FUENTE: EXCÉLSIOR

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